lunes, 7 de marzo de 2011

Palabras

Desde que tengo uso de razón he sentido una gran admiración por las personas que utilizan bien las letras que el alfabeto les ha hecho disponibles, y con ellas forman palabras, sentimientos, espirales literarios. Definitivamente no me considero ningún experto en la materia, ni tampoco un elitista del buen hablar, pero creo que el buen hablar y el buen escribir están considerablemente subestimados en nuestra sociedad. Sin ir a la crítica obvia (no obstante válida) de las personas que escriben "te kiero" o que no entienden la diferencia entre "ay", "hay" y "ahí", creo firmemente que ser articulado en el amplio sentido de la palabra es una de las grandes virtudes que busco en una persona, y si la posee, siento una empatía grandísima desde el primer momento.

Mi fascinación por las letras se puede remontar a mi pubertad, cuando invadido de granos, orejas grandes, mal humor crónico y pena por hablarle a las mujeres, me refugiaba en la lectura y en la música e imaginaba. Si, imaginaba que algún día yo podría seducir a cualquier chiquita a través de la palabra, ya que en esos momentos necesitaba que fuera cierto que "verbo matara carita". Esa situación personal me llevó a devorar no pocos libros, y cuando te clavas con autores como Shakespeare, García Márquez o Capote, forzosamente tratas (a tu triste y limitada manera) de emularlos. Sin embargo, lo que realmente me marcó y me llevó a empezar a escribir desde "canciones", poemas y relatos cortos (o sin sentidos como el que lees ahora) fue mi gran gusto por la música, y especialmente por una pequeña obsesión que tengo (o facilidad, si se es benévolo) de memorizar las letras de las canciones.

Crecí con Jagger, Morrissey, un poco de Lennon y McCartney, Vedder, Cobain, Plant, Merchant, Dave Matthews, Maynard James Keenan...en fin, con demasiados para enumerarlos en este momento. El tipo de música encima de la cual estos genios vociferaban era más propicia para realmente dejar fluir ideas, sentimientos, historias. No estoy criticando la música actual (que tiene exponentes más que dignos), pero la verdad sea dicha, las letras de la mayoría de los artistas actuales se han vuelto más conceptuales y abstractas, más definidas por el ritmo musical que 'definidoras' del mismo. Tocaban temas con un rango amplísimo, desde una musa, un amor perdido, dios (con minúscula para no ofender a nadie), sexo, en fin, todas esas cosas que realmente nos definen como seres humanos. En aquellos tiempos, nadie te pedía que "lo dejaras caer como si estuviera caliente" (fo' shizzle) o te trataban de ligar diciendo que "tienes la boca grande, mami, ponte a jugar".

El poder disfrutar como estos personajes a veces más grandes que la vida misma y con una mitología detrás de ellos plasmaban en palabras sus sentimientos me ayudó a entender que los miedos, las dudas, los anhelos, los arrepentimientos, la pérdida y los dolores son comunes a la raza humana, independientemente si tienes o no fama, dinero y millones de groupies atrás de tus huesitos. Me hicieron entender que a veces un alma poco comprendida, juzgada y lastimada puede sobreponerse a todos estos obstáculos, y crear obras de arte modernas en el proceso. Obviamente uno crece y se da cuenta de sus limitaciones, y en algún momento del camino te das cuenta que no vas a escribir un "Stairway to Heaven", y que si logras rimar y hacer sentido con lo que escribes te debes de sentir afortunado.

Sin embargo, más allá de este espacio donde trato de expresarme de la manera más coherente, clara y a veces cómica que puedo, las enseñanzas de mi melomanía se trasladaron también a mi vida personal. Quiero pensar que he sido bueno para decirte lo que me haces sentir, soñar, pensar. Espero sinceramente que mis palabras te hayan hecho sonreír, planear, gozar, hasta ruborizarte. Tengo la esperanza que esas palabras que te dije cuando estabas triste te hayan servido de algo. Esa es la verdadera obra de arte que quiero escribir: una frase corta, en el momento correcto, que encapsule todo lo que está pasando a nuestro alrededor.

Y si eso hace que te acerques más a mi, he logrado felizmente mi cometido.

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