domingo, 20 de febrero de 2011

Armas

Son esos zarpazos disfrazados de caricias que alteran el momento, hacen trizas, hacen soñar, causan una revolución interna. A veces son más efectivos que gestos de ternura sinceros, ya que despiertan a la víctima de su eterno letargo.

Otras ocasiones son largas noches en ese oasis terso y que seduce, que a veces baila, a veces muerde, a veces se abre y otras más no permite el acceso. Es esa complicidad cuando sabes que gesto pondrá tu rival, donde atacarlo, como derretirlo para lograr la capitulación efectiva y definitiva, si bien temporal...hasta que se reanuda la batalla.

¿O tal vez son esas dagas que salen del espacio localizado entre tus pestañas? Ninguna armada en ningún momento tuvo un método tan eficaz para silenciar y paralizar, para anonadar y destruir, para dar a sus enemigos esa mentira de futuro cuando todo se encuentra perdido desde el primer movimiento ocular. Cuántos destinos diferentes sugiere, pero la verdad el portador nunca la brindará, nunca la compartirá.

Son todas esas mentiras y verdades a medias. Es todo el juego que se desarrolla alrededor de los participantes. Es nunca saber dónde y a quién te enfrentas, incertidumbre infinita y perenne. Es ansia y resignación. Dudas que circulan y vencen a Morfeo y no dejan dormir. Tanto bailoteo en espiral, nunca en un patrón que puedas entender, descifrar.


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