domingo, 25 de abril de 2010

Sin filtro, sin llenazón, fuera de control...and loving it!

Cansancio, inicios de depresión, soledad, angustia, insomnio, preocupación...todos estos son síntomas que me acechan un poco más seguido de lo que me gustaría aceptar, especialmente los domingos, y sobretodo después de una semana ajetreada ya sea a nivel social, profesional o emocional. Hoy lamentablemente no es una excepción. La semana que agoniza fue definitivamente de las más intensas y divertidas que recuerdo desde hace varios meses.
Tengo que confesar que lo que me sucede no es culpa de los compromisos sociales previamente adquiridos. Ni de la carga de trabajo. Ni de amigos sonsacadores (aunque si lo sean, siéntanse aludidos). Creo que mi composición genética no es la más adecuada para llevar una vida tranquila, sana y sin sobresaltos. Ya no estoy tan jóven para establecer que mis usos y abusos son válidos porque "estoy en la edad", y por más que lo pienso no encuentro una razón bien sustentada de porque no me puedo controlar. O más bien, porque no me quiero controlar. De porque me encanta que se me caliente el hocico y pierdo el control, disfrutándolo segundo a segundo.
Dicho lo anterior, si tuviera que aventurarme a dar una respuesta a la pregunta ¿porqué chingaos no aprendo?, ésta sería: porque me la paso demasiado bien. Si, tan inmaduro, simple y llano como eso. El hacer lo que hago con mi tiempo de ocio me ha abierto las puertas a experiencias inolvidables que rayan en lo surreal. A grandes historias que causan la misma risa y admiración cada vez que son contadas. A amistades que salen de los lugares más inesperados y que perduran por mucho tiempo. A conocer a ese alguien que te trae de nalgas toda la semana hasta que la vuelves a ver. A errar, a acertar, a sentir, a pensar, a reír sin control. A fortalecer lazos con los amigos, con la familia que uno escoge. Si, definitivamente son esos momentos los que hacen que las frustraciones del día a día y de la cotidianeidad queden atrás y valgan la pena. Aunque suene trillado y a rola dance noventera: el fin de semana lo es todo.
Claro que no quiero que mi amor desbordado por la fiesta me dure toda la vida. En el fondo soy un tipo con aspiraciones más mundanas y relajadas. Quiero trabajar en algo que me guste y conseguir un cierto éxito económico, que me permita viajar, comprar una casa y facilitarme un poco la vida. Quiero conocer a esa mujer que sea todo a todas horas, que me haga sonreír de manera casi ininterrumpida; que me rete, que ría conmigo. Quiero tener chamacos, pienso que seré un buen papá. Quiero disfrutar de los domingos en familia, aunque sea un poco difícil de creer para los que me conocen. Quiero verme tetísimo con mis Dockers y camisa a cuadro, con el cuerpo de un modelo retirado hace 25 años, y aún sentirme el guey más chingón estando con las personas que quiero. Quiero dormirme a las 10. Quiero que mi idea de diversión sea una cena y un cinito, no un descontrol continuo.
Pero todo a su tiempo. No tengo prisa para crecer, entendido lo anteriormente descrito. Creo que en el fondo soy un tipo responsable y serio, que va bien encaminado. No hay nada más maduro que levantarte a trabajar después de changuear hasta las 4 am, ¿o si? Pienso que si no pruebo y hago de todo ahora que no tengo responsabilidades (novia/esposa, pasar "pal gasto"), no lo haré nunca. Y lo que no quiero hacer es convertirme en el ruco ridículo que cree que tiene 26 años. Y se trata de ligar a chavillas de 20. Si me lees y eres ese ruco, disculpa adelantada.
La única pieza que falta es una compañera. Y cuando digo compañera, quiero decir precisamente eso: alguien con quien compartir experiencias. Simple como eso. Nada de noviazgos forzados, ni de ¿"porque no me contestas"?, ni ¿"qué quisiste decir cuando escribiste 'equis' en el messenger"? ni nada de esos convencionalismos castrantes. Quiero encontrarla, pero quiero que fluya lo que surga entre nosotros. Así que se aceptan CVs, preferentemente con fotos.
Definitivamente esta entrada termino siendo un poco diferente a lo que imaginé cuando la empecé. Pero creo que esa es la belleza de escribir lo que salga de mi caverna cerebral.

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