domingo, 2 de mayo de 2010

Fecha de caducidad

Saber que eventualmente te ibas a ir me dio una libertad que no había experimentado antes con ninguna persona. Si, tengo que confesar que al principio fue duro hacerme a la idea de que teníamos fecha de caducidad. Pensé, ¿por qué estar juntos entonces?
Un poco de antecedentes. Soy en exceso romántico. Muy. Mal pedo. Siempre he pensado que el amor es lo que hace que el día a día no te acabe por dentro. Hace que tu jefe en el trabajo parezca humano. Hace que las decepciones las percibas como enseñanzas. Hace que cuando te chocan, tu pienses que fue una pequeña remodelación al coche. Todo te sabe bien. Todo se ve bien. En ese sentido el amor es tenue, casi imperceptible. Sólo lo encuentras cuando buscas el verdadero origen de tu bienestar. Y ahí está, en todas y cada una de sus modalidades, el amor.
A lo que iba, antes del "pequeño" paréntesis literario. Teniendo en tan alta estima el amor, te empecé a idealizar desde que te conocí. Y al conocer la fecha y hora exacta del inexpugnable final, sólo momentos después, me asustó un poco. Me hizo dudar. Pero en ese instante tomé una de las mejores decisiones que pude haber tomado: me dejé llevar. Si, si tuvo que ver que me encantaste. Si, obviamente tuvo que ver que fue mutuo. Si, si tuvo que ver aquello que te gusta tanto que hice minutos después. Pero fue por la excepción que hice a mi propia regla que todo salió bien.
Cada momento lo vivimos como si fuera el último, clásico cliché que se volvió realidad. Sabíamos que estábamos ante un fenómeno moribundo. En su lecho de muerte. Casi desahuciado. Y aún así fueron los mejores días de mi vida. ¿O fueron horas? ¿Minutos tal vez? No lo se. Sólo espero que cuando voltees la mirada, lo hayas disfrutado tanto como yo. Lo que vivimos fue una total falta de compromisos y de planes a largo plazo. No, miento. Sólo teníamos un compromiso: el no comprometernos más allá de la fecha designada.
¿Por qué te cuento esto ahora? No lo se. Ociosidad puede ser. Tal vez te extraño y no lo quiero aceptar. Tal vez nunca estuve de acuerdo con el final adelantado. Pero lo viví. Y creo que fue lo mejor. Ahora ya no planeo tanto. Ahora me siento cómodo no sabiendo que va a pasar. Soy más audaz, soy más aventado. Creo que sin esperarlo me marcaste más de lo que teníamos contemplado. Por eso, gracias. Por cumplir con nuestro deadline, no te puedo agradecer con la misma sinceridad. Porque a veces, cuando empiezo a dormitar, te veo. Te siento. Y el éxtasis solo me dura lo que el sueño. Me levanto desconcertado, y te busco.
Naturalmente, no estás ahí. Partiste en el momento en que te conocí.

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