miércoles, 12 de enero de 2011

Imagina

Imagina que alguien siempre tiene el gesto correcto con el cual dirigirse a ti. La sonrisa adecuada, los gestos apropiados, un beso cuando se debe besar y una lágrima cuando se debe derramar. Un abrazo cuando hay que darlo, un grito cuando hay que pegarlo, un perdón cuando hay que expresarlo, un coqueteo para conquistar.

Imagina que alguien siempre tiene la palabra correcta que decirte, la poesía para ruborizarte, los halagos para desnudarte, las indicaciones para seguirse, las confesiones para cautivarte.

Imagina que alguien siempre tiene el toque correcto en las manos. La caricia para encandilarte, el pellizco para regañarte, la ternura para enamorarte, la firmeza para sostenerte, la confianza para liberarse, la delicadeza para consentirte.

Imagina también que ese alguien no tiene ningún rincón oscuro dentro de su maleta. Que puede ser así de correcto todo el tiempo.

Ahora imagina que no. Y que en algunos sentidos, ya es muy tarde.

Pero ahora imagina que el tiempo es más grande que esa persona y que tu. Y que sobra. Y que debe de existir algo de verdad a eso que sentían.

Imagina paciencia, segura de que va a llegar. Más temprano que tarde, porque así lo ha decidido aquel.

Y ahora imagíname a mi.

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