domingo, 19 de junio de 2011

Te

Te repito mis sueños hasta el cansancio para ver si así encuentras uno en el que no estás.
Te pongo en bandeja de plata mi alma, mi corazón, para que los sirvas solos o acompañados, con la guarnición que te plazca, con o sin condimentos, pero que estén en tu mesa.
Te cuento mis temores para que los dibujes, los interpretes, los descartes o los compartas, para que los deshagas, para que te parezcan justificados o creas que son invenciones mías.
Te confieso mis deseos más ocultos, los más puros y los más cochinos, los espirituales y los carnales, dime si te gustan, si te emocionan como a mi, dime cuales quieres compartir y cuales me harán acreedor de un golpe certero y centrado a alguno de los costados de mi cara.
Te escribo poesía buena y de la mala, letras que parecen interminables porque cuando me pongo a relatar sobre ti nunca puedo ser conciso, rimas y no tan rimas te seguiré brindando, muchas tienen la ilusión de encontrar en ti a su único lector, a un verdadero seguidor, al fan original.
Te ofrezco mis manos para que las dejes jugar, para que las pongas a prueba, para que te convenzas de una vez por todas que no te dejarán ir, que no te dejarán caer, que cuando se acercan y te tientan es sincero, y que siempre lo fue, que mis manos no pueden mentir.
Te brindo mis ojos, a veces pequeños, siempre ilusionados, que siempre tratan de ver un poco más allá de lo que haces accesible para los demás, aquellos que creen que hay un espacio reservado solo para ellos, y que cuando se cierran aún te tienen muy, demasiado, presente.
Te dedico esto a ti, porque es lo único que se hacer, porque mis palabras a veces pueden más que yo y que todo lo que traigo dentro, porque a veces limpian dudas, y porque las tengo que plasmar, mas allá de si las lees o no, si las crees o no.
Te pienso porque pienso que eres lo mejor que ha dado este mundo.

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