El corazón no acepta disciplina, ni razones, ni le interesa saber que es lo "correcto". El corazón vive totalmente aislado de juicios de valor. El corazón es definitivamente el músculo más bruto de nuestro cuerpo, no entiende absolutamente nada. El corazón se asemeja a un animalito que, si bien ha sido dañado por el fuego, regresa continuamente al centro de la hoguera. Al corazón no le interesa de donde proviene aquella que lo hace latir: su historia, sus modos, sus intenciones, su pasado, su presente. Nada de eso le interesa. El corazón es impulsivo y juvenil. El corazón es como un niño o como un ebrio: siempre dice la verdad. El corazón no es celoso, sabe que usualmente debe de vivir encubierto y que pocas veces es mostrado en público. El corazón lo entiende porque en el fondo sabe que es frágil, como palito de pan. El corazón es lo único que me queda, y sin embargo últimamente lo he tratado demasiado mal. Lo tengo abandonado, desorientado, confundido, falto de práctica. Es más, lo tengo como infante regañado: no lo dejo salir a jugar, a divertirse, a mostrarse, a conocer. El corazón es bueno para seguir adelante, pero nunca olvida. El corazón no es vengativo. El corazón es bondadoso, le gusta cuidar a los demás. El corazón te hace escribir, recitar poemas, respirar profundo, verla a los ojos y sonreír. El corazón se quiere salir del pecho cuando ella se va. El corazón es como Chuck Norris, puede estar en mil lugares al mismo tiempo. Pero siempre sabe dónde y con quién está su hogar. El corazón no es penoso, al menos no como su portador. El corazón tiene tanto que dar. El corazón tiene mucho tiempo y es paciente, pero quiere que no lo olvides. El corazón está ávido de acción. Al corazón le caga el cerebro, y esta es una enemistad más profunda y antigua que la de Clark Kent y Lex Luthor. El corazón se me desborda en c a d a l e t r a, en cada pensamiento, en cada mirada, en cada suspiro, en cada oportunidad, en cada promesa, todos los días, a toda hora... y sin embargo, el corazón sigue ahí.
domingo, 21 de marzo de 2010
A veces
A veces te confundo y siento que me entiendes....a veces te confundo y pienso que eras tu la de ayer...no se que pasa a veces....te quiero a veces...te odio a veces...te deseo a veces y luego no me quiero acercar... a veces, sólo a veces, puedo decir la verdad...la verdad es que no se que quiero... la verdad es que si se lo que quiero, pero me da miedo preguntarte si quieres lo mismo...sólo a veces tengo la claridad y la serenidad necesarias para saber que me equivoqué... a veces quisiera estar dormido, no sentir...sólo te veo a veces, y sólo a veces puedo sonreír...
lunes, 15 de marzo de 2010
La vida es más fácil, en serio que si
"Pues te cuento mijo, en la mañana por fin pudimos ir con los de Banorte a arreglar lo de mi tarjeta. Pero si fue toda una odisea, tuvimos que ir hasta allá por...¿por dónde Elena?" "Por Melchor Ocampo, por allá", interrumpe mi tía. "Si, hasta allá, y el maldito del taxi nos cobró 120 pesos, aunque la verdad si nos dejo ahí mero en la entrada. Ya ahí pude hablar con una señorita muy linda, Lilia, una tocaya, que me explicó que mi sucursal no era la de siempre, la de la casa, sino que en realidad era ésta dónde estábamos", prosiguió mi abuela, con el entusiasmo de alguien mucho más jóven.
Después de relatarme sus actividades del día martes (no sin antes prepararme con ayuda de mi tía una deliciosa cena que, para alguien de mi edad y que vive sólo, es un verdadero manjar, ya que mis habilidades culinarias son prácticamente nulas), mi abuela, mi tía y yo proseguimos a hablar de temas variados como el tráfico en la ciudad, el segundo piso (el cual es desconocido para mi abuela), la nueva línea del Metro que saldrá de Mixcoac, la salud de los diversos miembros de la familia, y en general de lo que sería considerado una plática de sobremesa sin mayor relevancia, resonancia, o interés de alguien ajeno a los participantes en ella. Sin embargo, el momento y la plática en si fueron del mayor interés e importancia para mí. Unos párrafos más abajo te diré por qué, no te impacientes.
Si algo se puede deducir de la manera y los temas sobre los que escribo, y si algo es obvio para aquellos que me conocen personalmente, es que soy un poco complicado. Juro que no es algo premeditado, ni es un intento de ser "diferente" o "único". Simplemente, en algo que creo se puede achacar a la manera en que se formó mi cerebro dentro del vientre materno, pienso constantemente en cosas totalmente desconectadas y ajenas entre si. Las analizo, las interiorizo, y usualmente, si la inspiración y el tiempo lo permiten, terminan en esta página de internet.
También las actividades que llevo a cabo son, por decirlo de alguna manera, variadas, intensas, e interesantes, al menos para este su humilde servidor. No me he dado tiempo en un par de años de relajarme, de vivir mundanamente, por describirlo de alguna manera. Viajes, fiestas, compromisos, trabajo. Todo pasa muy rápido, a veces dejando una estela feroz de desencanto, a veces dejando una alegría inconmensurable.
Sentado en esa mesa ubicada en una calle de la colonia El Reloj, cerca de donde pasé una muy buena parte de mi adolescencia tardía y de mi "adultez" temprana, no pude dejar de pensar que envidiaba demasiado a mi tía y a mi abuela. Tanto que, en términos "de los chavos", me ardí. Me ardió muchísimo mi incapacidad de no encontrarle la belleza y la aventura a las cuestiones cotidianas. Me ardió de sobremanera que he perdido la capacidad de asombro. Me ardió que cuando yo voy al banco, no establezco ningún vínculo con la persona que me atiende. Me cagó que a veces pienso que soy demasiado bueno para platicar 3 minutos con la señora que me vende lotería. Me exasperó que el culpable de que mi vida sea a veces tan dramática y complicada es el mismo que les escribe. Me desesperó que no me levanto todos los días con una mejor disposición para aprenderle a la vida, y no pensar que yo le voy a enseñar al mundo algo. Envidié terriblemente no ser simple, lineal, en la mejor de las acepciones de las dos últimas palabras.
Esto no significa, claro está, que ahora me dedicaré a saborear cada momentito de mi vida como si fuera el último, y que me enfocaré en las cosas pequeñas. Simplemente no puedo. Si trabajas en un banco, perdona, pero no vamos a platicar. Así soy.
Pero me levantaré cada día tratando de pensar que si no me como al mundo en cuestión de horas, no pasa nada. Hay que disfrutar un poco, la vida es demasiado corta para no hacerlo.
Un beso con todo el cariño de mi corazón para mis familiares incluídos en esta verborreica terapia escrita. Un saludo para ti que me lees.
domingo, 7 de marzo de 2010
Maciel, Precious, y la importancia de mostrar la verdad
Querid@s:
Acabo de ver la película Precious, y si bien la recomiendo ampliamente, debo advertir que es una película fuerte y desgarradora. Uno de los temas centrales es la pedofilia, y la película narra la historia de Clarice, una niña de 16 años que ha sido abusada sexual, física y psicológicamente por su familia prácticamente desde el momento de su nacimiento. Como mecanismo de defensa, Clarice se aleja de la realidad con sueños vívidos que le presentan una realidad muy diferente. En ellos, se percibe como una famosa celebridad, deseada por todos, pero sobretodo, querida por todos.
Al disfrutar la película no pude evitar remitirme a una noticia relevante en el país en la última semana: la confirmación sobre la paternidad de Marcial Maciel (fundador de la orden religiosa Legionarios de Cristo, para mis ateos lectores), y el testimonio de dos de sus hijos sobre el los abusos de índole sexual. En una cándida entrevista con la periodista Carmen Aristegui, los afectados recuentan de manera explícita los abusos que sufrían por parte de su padre, que incluían el forzarlos a masturbarlo bajo el pretexto de que sufría graves dolores en sus piernas.
Después de las declaraciones, varios portavoces de los Legionarios han comentado sobre las mismas, y en lo que considero un intento de desprestigiar a los hijos de Maciel, han tratado de socavar su integridad moral al declarar que uno de ellos había pedido 26 millones de dólares como compensación por los daños sufridos. Además, en un lenguaje de lo más ambiguo y cobarde, se han referido a dichos actos como "debilidades" del ya fallecido sacerdote. En la humilde opinión de este que escribe, el acto de abusar sexualmente de tus hijos difícilmente podría ser descrito como una "debilidad". Atrocidad es una palabra que me parece más apropiada.
¿Qué tienen que ver Clarice y Maciel? Tal vez no mucho (aparte del tema de la pedofilia), pero en la discusión posterior a la película que sostuve con una amiga que la vio conmigo, le expresé que me pareció increíblemente acertado que el director de Precious no sólo sugiriera los abusos a los cuales estaba sujeta Clarice, sino que los mostrara casi cabalmente en pantalla, en imágenes realmente perturbadoras. Pienso de la misma manera sobre las declaraciones de los hijos de Marcial Maciel. Para entender la gravedad de la pedofilia, necesitamos saber cuáles eran los sentimientos de dos menores violados que al mismo tiempo idolatraban a su padre (como todos nosotros de pequeños). Necesitamos saber de que manera el abusador iba torciendo la verdad para disimular sus intenciones. Necesitamos saber que obligaba a sus hijos a masturbarlo. Sino, los horrores de la pedofilia quedarán como una anécdota para una sociedad que está sobre-estimulada visualmente, la cual muchas veces se mantiene imperturbable ante los más terroríficos abusos.
Finalmente, en un tono más personal, pienso que mientras la Iglesia y demás instituciones se empeñen en utilizar un lenguaje incierto y poco preciso al referirse de abusos o ilícitos, la rendición de cuentas e impartición de justicia en este país (y en el mundo) no alcanzarán niveles óptimos. ¿Quiénes dentro de los Legionarios de Cristo conocían y toleraban la doble vida de Maciel? Porque es en extremo ingenuo pensar que nadie dentro de la orden sabía que el difunto sacerdote tenía "debilidades". ¿Serán llevados a la justicia? ¿Podrán las autoridades pertinentes establecer que estas personas son cómplices de un delito, independientemente de ser parte de una orden religiosa? De ahí que es importante mostrar la verdad: ya sea en imágenes, por escrito, hablándolas. Se requiere una definición precisa de los actos si se espera una acción legal (hasta moral) apropiada.
En la cinta, Clarice encara el mayor de los sufrimentos a través del crecimiento personal: aprende a leer y a escribir y se decide a criar a sus dos hijos (producto de violaciones de su padre). En el caso de los hijos de Maciel, esta no es una opción. Una compensación de índole económica tal vez no sea lo idóneo. Pero, ¿cómo borrar una violación? ¿Cuál es una retribución justa para el que ha sido ultrajado por su propio padre?
Esas respuestas no las tengo, pero se que si seguimos tratando de esconder la verdad, más lejos estaremos de ellas.
Gracias por la lectura.
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